¿Qué será de las tribus urbanas?

Por OneChot

En tiempos pasados, que no siempre tienen que ser mejores, existieron muchos grupos de escuchas para los distintos géneros musicales. Los mismos frecuentaban sitios para reunirse y cumplir con sus rituales. Así encontramos una amplia gama de escuchas que se identifican con géneros tan disímiles como el Rock pesado, llamados “Metaleros”, “Come Gatos” o “Peludos” por sus largas cabelleras, que se reunían en las inmediaciones de Sabana Grande  en un lugar conocido como Los Materos; ”Los Punketos”, que se reunían en las afueras  del antiguo Ateneo de Caracas o en la Feria del CCCT;  “Los Salseros”, que iban a lugares específicos como El maní es así, antológico lugar para bailar este ritmo musical, situado en las adyacencias de la Av. Solano de Sabana Grande; o los amantes de la música electrónica, también apodados “Los Waperós” por un  popular sketch del de la Radio Rochela, extinto programa icónico de la también desaparecida planta televisiva RCTV, que se reunían en las fiestas privadas  conocidas como Raves, que abundaban en la urbe en la década de los 90 y 2000.

Por otra parte, los seguidores del Reggae, Ska y de los ritmos caribeños acudían a locales  como Toma 1 en la avenida Río de Janeiro en  Las Mercedes, y posteriormente TrechTown en la calle Nueva York de la misma urbanización. Hay que destacar, que aunque este estilo data de una época lejana, antes no habían locales para que sus seguidores se  reunieran; sin embargo, es conocida la parroquia Caricuao por ser la cuna del Reggae en la cuidad capital.

Las Mercedes albergaba estas tribus urbanas por ser la zona de Caracas que se prestaba a la rumba, y en la actualidad lo sigue siendo la zona de esparcimiento por excelencia de los capitalinos. Ahí se encontraba Doors un sitio que albergaba la fauna del Rock y distintos estilos musicales. Al igual que El Rosal en donde se ubicaba el otro templo del Rock llamado la República de Rockatanga. También el CCCT se prestaba para la  socialización de tribus urbanas por sus amplios espacios  y su numerosos locales. Era una Caracas distinta, más segura, más viva y sus jóvenes tenían más oportunidades para la distracción que en la actualidad.

Como podrán ver nuestras tribus urbanas eran muchas y hasta exquisitas, tanto que los amantes del Jazz tenían su sitio de congregación en El Rosal, el Juan Sebastian Bar. Progresivamente, estas opciones fueron desapareciendo, al punto de casi quedarnos solo con las de las fiestas privadas. Sin lugar a dudas, la creciente inseguridad, los índices de secuestros y las riñas callejeras, prácticamente  hicieron desaparecer los espacios públicos de relación humana.

Recordemos, por ejemplo, el cierre del emblemático Ducke’s Pub, donde se presentaba el  gran Pat O’Brien, luminaria del Jazz, local ubicado en el sótano del Centro Comercial Chacaíto, donde también quedaba Le Club. O Patatús Drive, lugar dedicado a la Salsa en Chacao.

De este modo, llegamos a la Caracas de la actualidad, en la cual quedan heroicos lugares que se niegan a cerrar sus puertas. El caso de la Quinta Bar, El  Teatro Bar, Maroma en Las Mercedes, El Molino Rojo en la Av. Solano de Sabana Grande, el siempre presente Juan Sebastián Bar en El  Rosal, y algunos sitios en  Altamira donde se reúnen los más aventajados económicamente, pero que no son necesariamente seguidores de estilos musicales específicos.  Esta zona de la ciudad de Caracas era muy presta para la rumba y albergaba toda una fauna musical, entre otros locales, ya extintos, destacaban El Pigmaleón, El Hipocampo, The Flowers Discoteque.

Por otro lado, en la Zona Rental de Plaza Venezuela existía ese pintoresco lugar llamado El Basurero, que  hasta sus techos sudaban por la aglomeración de personas. Habían colgadas bicicletas en sus altos tejados y tenía un sonido espectacular.

De esta manera, vemos como fueron desapareciendo los lugares dónde hacían vida los diferentes grupos, según sus gustos musicales y se dio paso a lo que, a mi modo de ver, es un estancamiento en el desarrollo de las artes. Ya no hay más alternativas de esparcimiento que las fiestas privadas. El Reggaetone y el Trap se han apoderado de los pocos lugares que quedaban para disfrutar música en vivo. A esto se suma el miedo de la gente,  cada vez más aterrada de salir a las calles a cualquier hora y sobre todo en la nocturnidad, debido al incremento en los índices de violencia y la inseguridad  reinante.

Aún así, podemos rescatar algo positivo, en medio de nuestra tragedia, es que hemos logrado un mayor acercamiento en la familia,  amigos y vecinos. Hemos logrado profundizar las relaciones  humanas, que nos permiten disfrutar de las diversas manifestaciones de la música y otras como la gastronomía y las artes plásticas en espacios novedosos, no convencionales y hasta en nuestras casas. Tenemos que, aunque ya no existen lugares para un género especifico, surgen alternativas… así que  adiós a los Come Gatos, Punketos, Waperós, Salseros, Caribeños.

Ya volverán los tiempos de recuperar los espacios callejeros y teñirlos de arte, musicalidad & Tribus urbanas. Ya recuperaremos todos los espacios que hemos perdido,  regresaran con más ímpetu y la gente se volcará a las calles  nuevamente.

2 de Mayo de 2019

OneChot